Quiero compartir un tema de conversación solemos tocar con personas que trabajamos con emprendedores, y hace unos días se disparo nuevamente cuando un estudiante que estaba haciendo su tesis me consulto sobre la contribución que hacen los Ángeles Inversores al desarrollo de emprendedores de nuestro País.
Antes de comenzar con la reflexión, me gustaría dejar una opinión sobre las posibilidades que tiene un nuevo emprendimiento en obtener un apalancamiento financiero. La experiencia nos demuestra que muchas veces un emprendedor “ama su proyecto”, pero cuando se lo lleva a la búsqueda de financiamiento externo que implique un compromiso a asumir riesgos, comienzan las dudas. Esto es entendible, porque es común ver como, en nuestro contexto caen proyectos y buenas ideas simplemente por los vaivenes del mercado. Lejos de ser una desmotivación para quienes quieren emprender, debe ser un aliciente para pensar que cualquier emprendimiento productivo requiere en sus diferentes estados de desarrollo conseguir financiamiento (lo que implica asumir compromisos).
En este marco deben tener un papel más preponderante del que aun tienen, los fondos de ángeles inversores. Si entendemos que estos “capitales ángeles”, son fondos de financiamiento (supuestamente más ágiles que un crédito) que posibilitan al emprendedor obtener un socio estratégico que le sume capital financiero, conocimiento del mercado, capacidad de management, etc.
Ahora bien, lo que esta pasando en la Argentina, es que desde 2002 y luego se potencia en 2009, con las crisis económica e institucional por la que atravesó el País y la región, surgieron una importante cantidad de emprendimientos de alto grado innovador y muchas veces con un prometedor mercado. Ya hemos hablado sobre la directa relación que tienen las crisis a la creación de nuevos emprendimientos. Este contexto también coincide con el surgimiento o desarrollo de nuevas incubadoras o programas de apoyo a emprendedores. La existencia de nuevos emprendedores motivados por la idea de genera algo novedoso e innovador, requiere de un sistema financiero ágil y dinámico, que esté a tono con las necesidades. Así fue cómo comienzan a crearse o ingresar al mercado un nuevo jugador: los ángeles inversores. Quienes con recursos financieros y necesidad de generar rentabilidad más importante que inversiones tradicionales, se plantan en el sector ofreciendo recursos a cambio de rentabilidad.
El mecanismo de dichos fondos es la evaluación y puesta a prueba de los emprendedores y sus proyectos, para luego decidir invertir o no. Este mecanismo muchas veces suele ser duro ya que llevan al emprendedor a evaluaciones largas y tediosas para luego decidir invertir o no. Además se observar altos costos o rentabilidad exigida al emprendedor, lo que hace dudar si es conveniente o no asociarse.
Ejemplos, son los que sobran…
Hace algunos años, cuando dirigía la incubadora Emtec, me toco la posibilidad de juntar a un emprendedor altamente innovador con un ángel inversor. Recuerdo cómo si fuera hoy ese momento, ya que no era fácil que alguien que ama lo que hace, y sobre todo proyecta su futuro en esa idea de negocio, aceptara que un externo quiera ponerlo a prueba sobre sus capacidades, y sobre todo pueda ser un futuro socio. En ese momento acercamos uno de estos grupos inversores muy reconocidos en el mercado, a un emprendedor innovador, quien debió presentar su proyecto siendo objeto de estudios y análisis financieros, técnicos, de productos, mercado, etc., y en todos los casos pasó favorablemente cada etapa. Se llego al momento de definiciones, en donde se debía capitalizar el proyecto y donde el emprendedor debía dejar de “demostrar” para recibir ese aire financiero que necesitaba para potenciar su idea, su sueño… en éste caso, la historia no llego a un final feliz, lamentablemente para el emprendedor el fondeo se demoro (entre estudios, planes, etc., etc., etc.), y tuvo que conseguir que el financiamiento venga directamente de su entorno más cercano.
El que si llego a un final exitoso, fue para Marcelo otro emprendedor que conoció a su “ángel protector” en un lugar menos pensado y lejos de lo que “establece la teoría”. Resulta que todo comenzó en ocasión de viajes que me tocaban realizar a diferentes lugares del conurbano para dar charlas a emprendedores. En ese momento me llevaba un remisse cuyo chofer (y propietario) era una persona que solía invertir pequeños montos en emprendimientos inmobiliarios. Luego de varias conversaciones, y de escuchar cuando hablaba por tel, se animo a preguntarme “¿de que se tratan las incubadoras?, y ¿cómo podía participar sin tener él un proyecto para incubar?”. Recuerdo que lo invite a sentarse en la primera fila de una charla para alumnos de la Universidad de Lomas de Zamora. El objetivo era convencerlo (sin que se diera cuenta!!) en que podía ser un futuro inversor de alguno de los proyectos incubados en ese momento. Al salir, muy cansado porque era ya la noche, volvimos hablando todo el camino de lo interesante que le parecía todo, y que quería participar cómo socio de uno de los proyectos que presente en ese momento. Se trataba de un proyecto altamente innovador, pero el fuerte del mismo radicaba en el perfil del emprendedor, un joven estudiante de ingeniería electrónica, que su sueño era desarrollar un Mouse por Ondas cerebrales. Esa historia tuvo, por suerte, un final feliz…
Conclusión…
Creo que las incubadoras o programas de apoyo a emprendedores, pueden cumplir parte de ese rol, porque son en definitiva quienes cuidan y protegen el desarrollo de un emprendedor. Me parece que es necesario (y estos ámbitos deben jugar un rol más preponderante), convocar a inversores (considerados en el ambiente cómo NO PROFESIONALES). Esta característica de inversores, son por lo general empresarios, o personas comunes que deciden invertir en proyectos y que entienden que no solo son números lo que se manejan, detrás de un emprendedor por lo general hay un fuerte sentimiento y ganas de transformar la realidad. Para ello deberán generarse ámbitos de confianza en donde se puedan encontrar la oferta con la demanda y poder conocerse e intercambiar experiencias, esto no se genera sin una política de estado e instituciones que comulguen con estos conceptos.
Con respecto a los grupos de Ángeles Inversores, deben tener un mecanismo más ágil y no “penar” don altos costos de rentabilidad a los proyectos elegibles, con aquellos que evaluaron y no decidieron invertir. Si van a ser “ángeles guardianes” de estos nuevos emprendimientos, deben jugar ese rol y no quedarse únicamente en ser simples espectadores de la realidad. Me refiero a no quedarse en evaluaciones y solicitudes de etapas que deben cumplir los emprendimientos, sino pasar a la acción.
Etiquetas: financiamiento, inversores
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